Camila destruyó la familia de Valeria, usurpó su identidad y se casó con Alejandro. Obligó a Lucía, una muda, a ser su vientre de alquiler. Ignoraba que la muda era Valeria, quien volvía para vengarse. Camila tenía el rostro de Valeria, pero no el amor de Alejandro; él amaba el alma de Valeria. Al revelar sus planes homicidas, desencadenó un enfrentamiento a muerte por venganza.​

El heredero imperial Mateo perdió la memoria tras un ataque y fue adoptado. Cristina lo salvó de un peligro, pero su hermana Camila se hizo pasar por la salvadora. Al convertirse en emperador, Mateo se casó con Camila por error, pero al descubrir la verdad, se divorció y se casó con Cristina, quien finalmente se convirtió en emperatriz.

Leticia Hernández fue obligada por sus padres adoptivos a casarse, pero huyó y terminó como niñera de Leonardo Rivas en la Villa Las Acacias. Él, arrogante y orgulloso, creyó que ella lo amaba y nació una cadena de malentendidos tan dulces como dolorosos, hasta que entre juegos y traiciones surgió un amor imposible de ocultar.

Adrián Montes lo dio todo por la emperatriz Isabela Ortega y terminó despedazado como traidor. Descubrió demasiado tarde que nunca lo amó. Al abrir los ojos, regresó al pasado. Esta vez traicionó lazos, quemó afectos y se volvió implacable. Juró destruirla, conquistar el imperio y vengar su muerte con sangre.

Mateo Ríos, un genio de la ciberseguridad, fue traicionado por su discípulo y despedido injustamente. Él salvó a Valeria Luna de un ciberataque con su sistema secreto. Pero cuando el amor floreció entre ellos, los enemigos de Valeria intentaron destruirlos.

Vera Cordero despertó once años después de su muerte, en un mundo que creía ficticio. Sus tres hermanitos: Iván, Diego y Cris, ahora eran villanos destinados a morir miserablemente, según el guión original. Decidida a salvarlos, cortó los hilos del destino... sin notar que Max Salas, su antiguo rival, la observaba con una obsesión que trastocaba todos los planes.

Camila Rojas, una actriz desconocida, y Sebastián Herrera, el arrogante CEO de Corporación Herrera, descubrieron que tenían un hijo de cuatro años. Para criarlo, se casaron por conveniencia, pero con el tiempo, Sebastián se enamoró de ella y comenzó a cortejarla con flores y cenas románticas.

Bajo su apariencia frágil, ardía el deseo de venganza. Creció en el abismo como una flor de hielo afilada. Cuando aquel hombre cruel y seductor entró en su mundo, lo eligió como presa, sin imaginar que también caería en su red. Se amaron con furia, se hirieron con pasión, hasta romperse.

Mariana fue humillada por su esposo y su suegra hasta forzarla al divorcio. Desesperada, salvó al magnate más poderoso y entró a su empresa. Allí descubrió que la joya que siempre llevó era la prueba de ser la hija perdida del millonario. Al desenmascarar a la falsa heredera, su ex familia volvió a atacarla, pero esta vez ella no se rindió.

Lucía renunció a su carrera y se casó con la familia Salvatierra, pero su suegra Ramona jamás la aceptó y la humilló sin piedad. Su esposo, Andrés, siempre se mantuvo al margen. Hasta que un día Lucía cayó y casi perdió la vida junto con su bebé. Fue entonces cuando despertó y decidió romper esa jaula.