Esmeralda de Alba y Rafael de Mendoza se amaban, pero el tirano los separó. Gracias a las maquinaciones del tirano, Rafael creyó que Esmeralda lo había traicionado. Siete años después, el tirano usó los extraños huesos de Esmeralda para crear un trono, esperando que Rafael, al mando de la rebelión, entrara al palacio y se sentara en él.